Con la velocidad a la que evolucionan los dispositivos de telefonía móvil hoy en día junto con la obsesión que nos envuelve a tener siempre los últimos modelos del mercado, es muy fácil encontrarnos en la situación de tener que, tristemente, dejar nuestro viejo terminal en un cajón esperando a que, algún día de un futuro no lejano, lo tiremos a la basura como resultado de nuestro ritual de limpieza a fondo anual.
Imaginaos la situación en la que vivimos con dos criaturas pequeñas: Dos niños de muy poca edad, a los que no puedes dejar solos demasiado tiempo en la misma habitación si no quieres empezar a oír gritos interminables. Gritos de los que se te meten en la cabeza y que son capaces de convertir toda la energía de tu cuerpo en agotamiento en tan solo 20 minutos. Que si: "Yo no le hecho nada y ha empezado a llorar sola", que si: "Me ha pegado y me ha hecho daño", y un largo etcétera de justificaciones de muy dudosa credibilidad por parte de ambos. Y ahí están... Esas tareas que tenéis pendientes a hacer (de casa o del trabajo) y que en circunstancias normales os llevarían 1 hora, se convierten en 3 o 4 horas invertidas en terminarlas quedando casi sin aliento por la dura batalla llevada a cabo con todo el entorno. Total, que empiezas el día bien.
Con el fin de estar un poco más tranquilo cuando oyes un ruido de un objeto caer al suelo, descartando al momento que se trata de alguno de tus hijos que ha caído desde la cama o de que se le ha caído algo encima, o bien, para salir de dudas cuando uno de los hijos empieza a llorar sin - aparente - sentido conociendo de antemano las causas exactas del cometido, usaremos nuestro viejo terminal como cámara de vigilancia por IP.
Imaginaos la situación en la que vivimos con dos criaturas pequeñas: Dos niños de muy poca edad, a los que no puedes dejar solos demasiado tiempo en la misma habitación si no quieres empezar a oír gritos interminables. Gritos de los que se te meten en la cabeza y que son capaces de convertir toda la energía de tu cuerpo en agotamiento en tan solo 20 minutos. Que si: "Yo no le hecho nada y ha empezado a llorar sola", que si: "Me ha pegado y me ha hecho daño", y un largo etcétera de justificaciones de muy dudosa credibilidad por parte de ambos. Y ahí están... Esas tareas que tenéis pendientes a hacer (de casa o del trabajo) y que en circunstancias normales os llevarían 1 hora, se convierten en 3 o 4 horas invertidas en terminarlas quedando casi sin aliento por la dura batalla llevada a cabo con todo el entorno. Total, que empiezas el día bien.
Con el fin de estar un poco más tranquilo cuando oyes un ruido de un objeto caer al suelo, descartando al momento que se trata de alguno de tus hijos que ha caído desde la cama o de que se le ha caído algo encima, o bien, para salir de dudas cuando uno de los hijos empieza a llorar sin - aparente - sentido conociendo de antemano las causas exactas del cometido, usaremos nuestro viejo terminal como cámara de vigilancia por IP.
Para ello necesitaremos, a parte del dispositivo viejo, otro dispositivo, que puede ser o bien un laptop, un tablet o el super-dispositivo nuevisimo de última generación.
Los pasos son sencillos:
- En el dispositivo viejo, nos instalamos un software que convierta nuestro dispositivo en un IP cam. Por ejemplo. En Android tenemos uno gratuito que funciona muy bien que se llama IP Webcam.
- Una vez instalado el IP Webcam, lo arrancamos y tomamos nota de la dirección IP que nos aparece en pantalla cuando empieza a funcionar.
- Des de la misma pantalla de la aplicación, podemos configurar para que trabaje en "background". Esto nos seguirá emitiendo imágenes pero des del teléfono no veremos la pantalla mostrando en vivo.
- En el otro dispositivo ( laptop, un tablet o el super-dispositivo nuevisimo de última generación) simplemente abrimos cualquier reproductor de streamming (vlc por ejemplo) y abrimos la ip que nos ha mostrado
- Al momento empezaremos a visualizar lo que nuestro viejo terminal, ahora convertido en cámara, nos envía por streaming.
Así por ejemplo podemos tener "controlados" a nuestros peques mientras juegan (o pelean) en la habitación, a la vez que des de la cocina preparamos la comida viendo en todo momento lo que hacen.